La importancia de la donación de órganos Jonatan Maier le donó un riñón a su amigo, Nicolás Waispek. Hoy, casi un año después, los dos viven una plena vida. Joni fue campeón del torneo de footgolf que se disputó en La Madrid.
Nico y Joni se conocen desde muy pequeños, cuando ambos fueron a vivir al mismo barrio en Coronel Suárez. "Yo tenía 2 años y Nico 3, desde ese entonces somos amigos", cuenta Maier.
A los 7 años, Waispek contrajo el síndrome urémico hemolítico, quedó en coma y estuvo al borde de la muerte. "Se recuperó pero sus órganos quedaron atrofiados y, si bien mejoró, el riñón no y a partir de ahí se tuvo que empezar a hacer diálisis", detalla Jonatan.
A los 9 años, Nicolás recibió su primer trasplante pero su cuerpo lo rechazó. Entró en lista de espera del Incucai porque sus padres no eran compatibles; cuando tenía 11 años, un tío le pudo donar el suyo y le funcionó durante 18 años.
"En 2017 vuelve a la lista de espera del Incucai. Una tía ofrece ser ella la nueva donante y se empiezan a hacer nuevamente los análisis. Se empiezan a hacer los estudios y a la vez comienza todo el proceso legal para hacer la donación, porque es una cuestión muy engorrosa", señala, pero la vida le deparaba otra sorpresa.
"Su tía era compatible pero en el último descubren que tenía un quiste en el páncreas, entonces no puede ser ella porque todos los órganos del donante deben estar en condiciones. Entonces yo le dije que era el momento", repasa Jonatan.
"Desde chiquitos ya habíamos hablado que mi sueño era donarle un riñón, sin saber que éramos compatibles. Afortunadamente un juez autorizó y comenzó el proceso de estudios, que tardaron 10 meses, y finalmente nos dicen que sí éramos compatibles. El último estudio, que era para saber el estado del resto de los órganos, nos lo hicimos un miércoles y el viernes me llamó, me dijo que estaba todo perfecto y que si quería a la otra semana nos operaba", repasa.
La operación se llevó a cabo el 22 de marzo de 2018 en el Hospital Austral de Pilar. La intervención duró más de tres horas y salió muy bien.
"La operación fue exitosa, incluso mejor de lo que esperaban los médicos, ya que en un tercer trasplante hay muchos riesgos en el paciente receptor. Fue todo de 10 y hoy estamos gozando de una vida hermosa. Nicolás está en perfecto estado de salud e incluso los valores de creatinina le dan mejores que los de una persona sana", menciona ahora, a poco de cumplirse casi un año del trasplante.
La charla transcurre en el La Madrid Golf Club, a la sombra de un frondoso árbol, y el clima es perfecto. ¿Qué pasa por la cabeza y por el corazón de una persona que tomó la decisión para ayudar a su amigo?
"Es difícil de explicar", resume Jonatan. "Es mucha felicidad, no me alcanzan las palabras para explicar qué se siente", agrega. La emoción es evidente y contagia.
"Lo veo a Nico, me acuerdo de lo que sufrió desde chiquito y creo que en el mundo no debe haber persona más feliz que yo", sostiene.
"Desde el momento del trasplante sólo tuve que eliminar la sal y limitar al mínimo la ingesta de alcohol, porque son los que más daños le hacen a los riñones; tengo que tomar mucha agua, al menos tres litros por día, y después cuidarme de los golpes. Después puedo hacer una vida completamente normal", explica.
La vida le regaló a Jonatan más vida. Pocas horas después de haber sido operado pudo visitar a su amigo y ver que la evolución era favorable; tiempo después se enteró que sería papá y a fin de año nació su hija.
La importancia de la donación
Jonatan Maier habla de la historia con su amigo Nicolás y se emociona. Es imposible imaginar por las cuestiones que debieron pasar para por fin poder cumplir con el deseo de ambos.
"Aquellos que desean ser donantes, que se animen. Es increíble cómo le podés cambiar la vida a otra persona. Dar siempre es bueno y para mí es un pequeño acto", sostiene el joven suarense.
"Lamentablemente en la Argentina estamos penando con el tema de los trasplantes. No puedo creer que haya gente que muera porque no haya gente que haya donado plaquetas, por ejemplo. Tenemos que pensar en el otro y no en uno mismo, con un simple gesto podemos salvar una vida", subraya.
Concentrarse
Jonatan Maier volvió a jugar al footgolf pocos meses después de haberle donado uno de sus riñones a su amigo Nicolás Waispek. En los links del La Madrid Golf Club se observa que se mueve con total normalidad, a pesar de la cicatriz que atraviesa parte de su cuerpo, esa marca que más allá de lo estético le muestra que tuvo una actitud grandiosa.
"Al footgolf lo conocí en 2007. Estaba jugando al fútbol en Coronel Suárez y me iba a pasar a otro club, pero al final se complicó y la primera fecha no pude estar. Justo ese domingo se hacía un torneo de footgol y me gustaba porque lo había visto en la tele, así que fui a jugar y gané. A partir de ese momento es una pasión", reseña.
"Lo atractivo es la estrategia y el hecho de que uno se supera a sí mismo. Vos no jugás contra otros, sino contra la cancha y contra vos mismo, y eso es un desafío importante", concluye.