La licenciada Belén Pacheco propone un cambio de paradigma
Una de cada seis personas mayores sufre de malos tratos y la pandemia puso en escena situaciones de abuso, negligencia y estigmatizaciones. Sin embargo, la especialista en gerontología lo plantea como una oportunidad. Habla de impulsar acciones contra el "viejismo" mediante educación, concientización y solidaridad intergeneracional. La meta es que la edad no sea un determinante que suprima derechos.
La especialista en envejecimiento se pregunta si no es momento de "entender que la vejez es una etapa más del curso de nuestras vidas y que nos reconozcamos como sujetos envejecientes, esto nos invita a cuestionar determinadas prácticas, patrones y creencias que vulneran los derechos de las personas mayores".
Ahora bien, después de los 60, "¿cómo seremos tratados, cómo el sobrante de una sociedad neoclasista-productivista o como sujetos de derechos? La edad no debe ser un determinante que aniquila o suprime derechos. Las personas mayores tienen que luchar por su reconocimiento y para ello primero deberán identificarse como tales porque parece que el paso del tiempo nos genera cierto malestar por no soportar los cambios expectables que nos acontecen durante el trascurrir de la vida", observa.
El etiquetamiento conduce a "generar rótulos agresivos, que lleva a la discriminación y lastima la individualidad y la heterogeneidad", advierte la profesional. Y lo grafica con números: aproximadamente una de cada seis personas mayores sufre de malos tratos, lo que significaría algo así como 141.000.000 millones de seres humanos a nivel global.
"El Covid-19 pone en escena situaciones de abuso, negligencia, maltrato y estigma lo cual es inaceptable para mí. Es por eso que digo que, así como esta pandemia nos dio la oportunidad de visibilizar más las problemáticas, necesidades y verdaderas capacidades de las personas mayores, también es momento para realizar acciones que derriben el viejismo a través de la educación, la toma de conciencia y la solidaridad intergeneracional", propone.
Sentirnos Stone
Las palabras nos definen asegura Belén Pacheco y se pregunta si alguien se animaría a decirle abuelo a Mick Jagger. Este ícono del rock mundial tiene 76 años, su estilo de vida, está lejos de lo que la gran mayoría tiene en su imaginario social respecto de una persona a la que calificarían como abuelo porque "recordemos que dicha palabra no categoriza este colorido grupo etario" sino que "por el contrario, su denotación solo refiere a un lugar dentro de las redes familiares pero no todas las personas mayores son abuelos y no todos los abuelos son personas mayores", dice la especialista.
Después vuelve sobre la banda británica de Jagger para señalar que todos los integrantes de los Rolling Stone siguen en ruta, tocando y "de una u otra manera todos deberíamos sentirnos Stone durante la vejez, rebeldes y jóvenes comprometidos desde temprana edad en obtener la llave que nos conduzca a un envejecimiento saludable y satisfactorio", propone Pacheco.
No obstante, admite que hasta hace poco tiempo una persona de 60 o 70 años era vista como jubilada pero que en la última década eso comenzó a cambiar y "cada día son más y serán más las personas mayores que diseñan nuevamente sus vidas y emprenden caminos combativos".
Sí resulta evidente, según la licenciada Pacheco, una "innumerable cantidad de narrativas en los medios de comunicación en estos meses en torno a las personas mayores con descalificaciones y miradas paternalistas. Se los ha vuelto a infantilizar. a subestimar en sus capacidades de tomar decisiones con responsabilidad. Se trazó el asistencialismo y circularon varios prejuicios".
La especialista considera que eso "tiene que revertirse y para que suceda, este colectivo social tiene la enorme tarea de hacer escuchar sus voces, empoderarse del cambio y proliferar sus ideas, para que prospere el buen trato y se elimine la segregación generacional".
¿Fuera de la agenda pública?
El maltrato en la vejez es un problema mundial aunque históricamente estuvo al margen de la agenda internacional y nacional. Sin embargo, hoy más que nunca y a causa de la crisis sanitaria por coronavirus es necesario instalar como tema de discusión los derechos de las personas mayores y "dejar de biologizar la vida porque el bienestar subjetivo implica enriquecimiento psíquico, social y espiritual y esto nos permite corrernos del modelo médico hegemónico y centrarnos desde el paradigma de la complejidad humana y la recursividad de los bio-psico-social", analiza la especialista en envejecimiento.
"La vida también se asola cuando se debilitan los sueños, las ideas, los pensamientos y el encuentro con el otro que nutre y satisface", añade convencida de que el objetivo será "impulsar propuestas y miradas sobre los grandes desafíos que tenemos como país en relación al envejecimiento poblacional desde un enfoque transdisciplinario, colaborativo y participativo, que incluso nos invite a pensar como sujetos responsables de la construcción de la vejez que queremos transitar".
Si bien el envejecer forma parte de la condición humana, ser una persona mayor y vivir en una sociedad envejecida nunca había tenido estas características estructurales y complejas.
Belén Pacheco plantea que es necesario generar un cambio de paradigma que genere y reconozca diferentes aspectos tales como reconocer la diversidad, generar políticas integrales y un diálogo intersectorial, además de promover y reforzar las relaciones y la solidaridad intergeneracional.
¿Qué es el viejismo?
La especialista en gerontología observa que el viejismo es "una construcción social fundamentada en creencias y prejuicios que asume la fragilidad de las personas mayores y asocia la vejez con enfermedad, deterioro y decrepitud". Por eso, lo contrapone con "las personas mayores que yo conozco y que en su mayoría nobles, voluntariosas, vitales, reflexivas, libres y autónomas, que transitaron con valor muchas situaciones dolorosas y de allí han podido salir fortalecidas lo que las convierte en resilientes".
"Son padres, madres, estudiantes, emprendedores, amigos, cantantes, profesores, artistas, intelectuales, pero ante todo son personas. Basta con escuchar sus historias de vidas y ahondar en sus discursos para darnos cuenta de los errores que cometemos cuando no los tenemos en cuenta", expone Pacheco.
En síntesis, indica que "necesitamos una visión compleja e interdisciplinaria del ser humano envejeciente para superar dichos prejuicios" y para ello "hay que crear una red lo suficientemente flexible que nos permita adaptarnos a los cambios, a las fluctuaciones e incertidumbres para luego realizar giros que nos permitan reconstruirnos y seguir adelante".
Lo que aclara es que "los avatares del envejecimiento no deben ser planteados desde un enfoque reduccionista donde todo es pérdida y desosiego" sino poner en valor que "existen ganancias y nuevas formas que reorganizan el desorden que evitan quedarnos adheridos al pasado".
Finalmente, Belén Pacheco reflexiona que "esta problemática tiene que ser abordada desde la infancia con respeto e igualdad y fundamentalmente que, en los entornos profesionales más especializados, revisemos nuestra conducta y valoración de las personas mayores, sobre todo cuando necesitan ayuda".
De hecho, "depende de ellos y de nosotros generar un cambio porque para llegar a ser un viejo sabio, hay que ser sabio antes, porque estamos inmersos en un viaje hacia la evolución".
"Hay una etapa en la vida en la que vamos a ser viejos o personas mayores y tenemos que reconocernos orgullosamente como tales porque no solo es una de las etapas más largas sino también una de las mejores del curso de nuestras vidas. Dejemos de lado la cultura antiage que socava nuestro verdadero ser", concluye la especialista.